La mayoría de nosotros seguimos rutinas de entrenamiento rigurosas de entrenadores o atletas de élite porque pensamos que si este entrenamiento me ayuda a ganar una medalla de oro también me ayudará a perder peso o a estar más en forma. Pero el problema es que hacemos una rutina de entrenamiento que muchas veces no se adapta a nuestro estado de ánimo o ¡realmente no la disfrutamos! Y esta es también la razón por la que más a menudo abandonamos lo que empezamos.
Un estudio de 2012 (de la NLM o de los Institutos Nacionales de Salud) Se demostró muy claramente que las personas que experimentaron efectos positivos durante su entrenamiento son más activas que otras. Esto significa que si amas lo que haces, eres más activo y, como resultado, te vuelves más en forma.
Por lo tanto, no se trata de los mejores métodos o modalidades, sino de la constancia. Por lo tanto, elige sabiamente tu entrenamiento cardiovascular. Elige una actividad que te guste y que puedas imaginarte haciendo con regularidad.
Caminar y hacer senderismo son las actividades más fáciles y seguras que se pueden hacer, pero nadar, andar en bicicleta y cualquier tipo de entrenamiento cardiovascular con peso corporal, como los cursos de fitness, también son buenos.